Para ser una persona exitosa, todo pasa por tomar las decisiones correctas. Y, para Portman, la educación fue lo primero. Muchos actores dejan la universidad en pos de conseguir un buen trabajo en Hollywood. La actriz, terca ella, decidió mantenerse en Harvard y terminar sus estudios de psicología. Poco importaba que las cámaras ya se hubieran enamorado de ella en 1994, cuando se estrenó “El especialista”, interesante película de acción de Luc Besson, en la que debutó cuando tenía 13 años. O que, incluso, ya hubiera obtenido un rol por el que seguramente será recordada toda su vida: el de Padmé Amidala, la madre de Luke Skywalker, en la primera parte de “La guerra de las galaxias”. “Prefiero ser inteligente que una estrella de cine” fue su respuesta cuando le preguntaron si no temía que estudiar pudiera arruinar su carrera como actriz. La chica la tenía clara.
UN ÉXITO DISPARADOPero una vez que la carrera acabó, llegó la hora de actuar. Y vaya si a la actriz le gustan los roles complejos, de esos que exigen un compromiso emocional fuerte. “Llevados por el deseo” y “V de venganza” son películas muy distintas entre ellas, pero ambas ofrecían roles que exigieron que Portman sufriera y se entregara, tanto física como emocionalmente, al personaje. En las dos películas, la actriz demostró que puede ser frágil y fuerte, intensa y delicada, suave y calculadora en un abrir y cerrar de ojos. Son esas contradicciones las que le valieron ser reconocida como una actriz de renombre.
Y fueron justamente esas dualidades las que le dieron un Óscar: en “El cisne negro” explora esa capacidad que tiene para llevar sus sentimientos al extremo.
¿Qué quedó de la niña que vimos hace 17 años en “El profesional”? Quizá muy poco. O quizá bastante. Lo que sí resulta claro es que hemos podido ver a una actriz formarse e ir moldeando un estilo de actuación. Un estilo que se caracteriza por darlo todo en cada plano, por transmitir fragilidad y fuerza con la misma intensidad, con las mismas ganas. La carrera de Natalie Portman, por el momento, parece no tener techo. Hoy, que está de cumpleaños, eso queda más claro que nunca.
